Julian Sarmiento Escobar,
La Haya, 18 de abril 2021
En Colombia, hay madres que llevan más de 30 años buscando a sus hijos e hijas, hermanas buscando a sus hermanos, familias que siguen padeciendo una separación dolorosa y cuyo clamor se ve eclipsado por la buena intención. A su vez, al otro lado del océano atlántico, personas buscan su identidad, se sienten diferentes y saben que no pueden seguir viviendo sin conocer la verdad de un nublado pasado. Tienen en común el ADN y el ser víctimas de un sistema aparentemente perfecto. Sufriendo invisibles, siguen su lucha por una voz y una verdad.
El pasado 8 de febrero de 2021, el gobierno de los Países Bajos presentó un informe que sacudió al país. En el informe conocido como “Reporte Joustra”, se sacan a la luz horrorosos crímenes en el sistema de adopción internacional entre este país europeo y varios países alrededor del mundo (Sri Lanka, Indonesia, Brasil, Bangladesh y Colombia).
Existió tal demanda de menores en adopción por parte de familias holandesas, que se recurrió a serios crímenes para satisfacer ese mercado. Los delitos incluyen: distanciamiento de niños y niñas por pago o bajo coacción, trata de menores, robo, secuestro y “Baby farming” (Cría de niños y niñas). En los Países Bajos, el reporte produjo la suspensión inmediata de todas las adopciones internacionales y el estado ha salido a pedir disculpas oficiales a las víctimas.
La investigación fue realizada por un comité creado por el ministerio de protección legal holandés en 2019. Está encabezado por Tjibbe Joustra y su tarea consistió en investigar los procesos y procedimientos en la adopción internacional en los Países Bajos durante las décadas de los 70, 80 y 90.
Las denuncias sobre problemas en la adopción internacional ya habían aparecido en los medios esporádicamente. En el año 2012 por ejemplo, el periodista Manuel Teodoro en su programa Séptimo Día, presentó un documental en donde se exponían las situaciones irregulares en el sistema. Casi 10 años después, estas denuncias han sido corroboradas por las conclusiones del informe presentado en La Haya.
Marcia Engel fue una de las personas que participó en el programa de Teodoro. Hoy en día es una de las activistas más importantes en la lucha por el reconocimiento y la conciencia sobre el lado oscuro de la adopción internacional. A su vez, Marcia es la directora de Plan Angel, una fundación con sede en los Países Bajos, cuya misión consiste en reunir familias colombianas y sus familiares adoptados en el exterior, al facilitar acceso a pruebas de ADN. Aunque el reporte describe una realidad triste y dolorosa, para Marcia este representa también un gran logro: “¡Se siente como una Victoria! Es solo el primer paso hacia el reconocimiento” manifestó Marcia. “Hemos trabajado por muchos años, tratando de mostrarle a la gente el otro lado de la adopción. Y es una victoria que las personas reconozcan ahora que muchas cosas estuvieron mal hechas en el pasado”.
¿Qué sucede al otro lado?
Aparte de los delitos ya mencionados, se exponen también en este reporte, algunas razones dentro del contexto colombiano por las cuales la adopción internacional se transformó en una práctica común. Una de las principales, es el conflicto armado interno que lleva más de cinco décadas. Muchos niños y niñas han quedado huérfanos por la violencia. Esa misma violencia que según las cifras de la Unidad de Victimas en Colombia, ha hecho que alrededor de 8 millones de colombianos tengan que desplazarse y dejar sus hogares. Debido a esto, el ambiente para la adopción domestica (es decir, adopción en el país de origen), es muy estéril y la adopción internacional se presentaba como la única opción.
En el reporte se describe detalladamente el funcionamiento y las falencias de la institución responsable de los menores en Colombia, el Instituto colombiano de bienestar familiar (ICBF). Se plantea una mejora muy lenta en los sistemas de información, tales como registros civiles y bases de datos. Al mismo tiempo, una tendencia a la alteración o creación de documentos falsos para facilitar ciertos tramites. Al revisar expedientes existentes en Colombia, la comisión encontró que en algunos casos es imposible seguir el rastro en los documentos de las personas adoptadas. Simplemente no hay información o fue alterada; así como existen historias increíbles de adopciones exitosas, hay historias de horror, crimen y desespero.
Por su parte, El ICBF en un comunicado de prensa presentado a la opinión pública acerca del Reporte Joustra, confirmó que investigadores holandeses estuvieron en Colombia, indagando en los distintos procesos y mecanismos de la adopción internacional en ese periodo (1970-1999). La institución se defiende exponiendo que: “El Programa de Adopción de Colombia responde a uno de los entornos jurídicos más reglados de cualquier servicio social en el país, pues se enmarca en cuatro convenios internacionales, la Constitución Política, el Código de la Infancia y la Adolescencia, y un lineamiento técnico que es el reflejo de todos estos mandatos”.
Desde su experiencia y conocimiento, Marcia dice que el sistema tenía como prioridad a los padres adoptivos y no a los niños o niñas involucrados, ya que el sistema se basa en la confianza entre países y organizaciones. Esta confianza dio cabida a falsificaciones y alteraciones en documentos con el fin de dar la impresión de que se trataba de menores huérfanos, mientras que en muchos casos los menores tenían familias con la voluntad y el deseo de cuidar de ellos. Así que para Marcia, es el gobierno colombiano el que ha tenido y tiene toda la responsabilidad.
Marcia nació en Bogotá y fue adoptada por una familia holandesa. Tenía aparentemente todo, pero en la intimidad del hogar, estaba sola y totalmente vulnerable. En esa casa perfecta, sufrió abusos sexuales desde los tres años por parte de familiares. Y pasó mucho tiempo siendo discriminada por tener un color de piel y unos rasgos diferentes. Esto obviamente marcó su vida, pero no la detuvo. Después de mucho esfuerzo, un proceso largo y una suma considerable de dinero, logró dar con su madre y su familia en Colombia. En la misma búsqueda encontró que el registro de nacimiento utilizado para su adopción había sido falsificado y que las personas involucradas en proceso habían sido engañadas o forzadas.
“Yo soy una de las víctimas”, cuenta Marcia, “soy una víctima porque mi madre fue forzada a firmar mi adopción y en el expediente que le entregaron a mis padres adoptivos decía que yo era huérfana. Cuando encontré a mi madre, descubrí que existía otro registro de nacimiento en donde sí aparecía el nombre de mi madre, mientras que en el que recibieron mis padres adoptivos solo decía: padres desconocidos.”
El reconocimiento
El informe se concentra exactamente en el periodo entre 1967 y 1998. En Colombia, un promedio de 2.700 niños y niñas por año fueron dados en adopción internacional entre 1984 y 1994. Esto quiere decir que en solo estos 10 años (de los 31 años estudiados), alrededor de 30.000 niños y niñas colombianas fueron dados en adopción internacional. De esta cifra, cerca de 5.400 fueron adoptados por hogares holandeses.
En los últimos años, instituciones como La Comisión de la verdad y el Centro de memoria histórica, han concentrado esfuerzos en escuchar y visibilizar los relatos y perspectivas de las víctimas en el conflicto armado, con el fin de generar informes finales sobre lo sucedido. Se espera que los relatos e historias de las personas adoptadas sean incluidos en este informe. Como lo dice el reporte Joustra, muchos menores quedaron huérfanos por la guerra, ya sea por la muerte de sus padres o por otras causas relacionadas. Por ejemplo, muchas mujeres combatientes de las guerrillas quedaban embarazadas involuntariamente y no podían o querían cuidar de sus hijos e hijas.
El futuro
Aunque el pasado es trágico y sombrío para las víctimas de estos crímenes, Marcia y su fundación piensan en el camino a un mejor futuro. “No queremos solamente quejarnos y exponer a la gente que no hace su trabajo. Nosotros queremos ayudar y eso es con prevención” dice Marcia al hablar de su nuevo proyecto.
La fundación Plan Angel planea este mismo año comprar un terreno en Colombia. Allí establecerá un centro comunitario autosuficiente para madres cabeza de familia. La idea es prevenir que madres vulnerables tengan que dar sus hijos en adopción por no tener una red de apoyo o por desconocer sus derechos. De esta manera se les pueden dar oportunidades a las madres de desarrollarse junto a sus hijos e hijas, aun cuando su contexto familiar o social las deje desprotegidas.